
Recorriendo Europa en bicicleta: Camino de Santiago
CAMINO DE SANTIAGO EN BICI
SANDRA REYES CORONILLA, Liv Trail Squad
El Camino de Santiago es una red de caminos de peregrinos que contiene caminos de tierra, senderos y caminos de toda Europa hasta la catedral de Santiago de Compostela en el noroeste de España. Las rutas se han convertido en ciclistas populares y caminantes y en un camino espiritual. Sandra Reyes Coronilla del Liv Trail Squad realizó una gira de Francia a España en la ruta histórica en su bicicleta de montaña Liv Tempt.
Como todo en la vida por más planeado que este siempre hay un margen de error. Así comenzó mi aventura por Europa con medio día de retraso porque no reserve el lugar de la bicicleta en el tren y además perdí mi boleto. Cuando llegue con el inspector para abordar después de revisar mi pasaporte y ver la bicicleta me respondió que era imposible subir.
Las cosas pasan por algo... Pensé aunque sinceramente estaba frustrada porque el tren me dejo y solo me daba vueltas en mi cabeza que se retrasaría todo el viaje, incluso la posibilidad de no terminar el Camino me ponía nerviosa.
Después recorrer la ciudad en bici y conocer la Torre Eiffel las ideas comenzaron a fluir y aclararse, me fui a casa de Paola, una amiga mexicana que me recibió en Paris durante mi estancia ahí. Por la noche Medi, su esposo me ayudó a llamar a la compañía de tren para checar la reserva de la bici y comprar mi boleto para el día siguiente a Bayonna a las 8:15 am. En esta ocasión no perdí el tren. Al arribar a Bayonna después de terminar de armar mi bicicleta que venía guardada en la bolsa, estaba casi lista para irme cuando llego un trabajador de la estación del tren a preguntarme si iba a Saint Jean Pied de Port porque el autobús estaba por salir. No dude en responder con un sí y me apresure a comprar mi boleto.
Sin más contratiempo a la una de la tarde estaba en Saint Jean Pied de Port, el clima era fabuloso y un cielo completamente azul me daba la bienvenida al último pueblo de Francia.
En seguida me dirigí a la oficina del peregrino para registrarme y obtener la credencial del peregrino que sellan a lo largo del Camino de Santiago y así poder obtener la Compostelana al final del recorrido. Personas de todo el mundo se encontraban ahí para comenzar el Camino, en su mayoría eran caminantes. Aunque también habíamos uno que otro ciclista, así fue como me encontré con una pareja de mexicanos afuera de la oficina, platicando con ellos me enteré que el pronóstico del clima para el día siguiente sería lluvioso, entre de nuevo a corroborarlo en la oficina y ese fue el motivo para tomar la decisión de comenzar mi camino en ese momento, antes de partir me apresuré a comer una barra energética que traía y tomar un poco de agua.
El clima era muy caluroso, el reloj marcaba casi las tres de la tarde y estaba empezando la primera etapa del Camino de Santiago. No podía creer que por fin estaba rondando en Europa, miles de pensamientos pasaron por mi mente.
La primera etapa fueron 30 kilómetros con unos 18 kilómetros de subida a través de los Pirineos por una carretera sinuosa con un increíble paisaje, me encontré con dos ciclistas que venían bajando de Ibañeta y otro que estaba entrenando en su bicicleta de ruta. Poco antes de terminar la subida del día me alcanzaron dos ciclistas que después de platicar con ellos supe que eran italianos, Antonio y Sandro. Eran los primeros de un grupo de seis y también estaban comenzando el camino, pensé que no habría ningún loco subiendo a esa hora pero me encontré a seis.
El albergue de Roncesvalles fue la primera parada para sellar la credencial, ya no había sitio para dormir ahí por lo que tendría que seguir buscando un lugar para dormir. Entre la búsqueda una y otra vez me encontraba con los Italianos así que de nuevo comenzamos a platicar y decidimos entre todos buscar un albergue.
Al día siguiente amaneció lloviendo, después de platicar la noche anterior sobre los días planeados en el camino y ver que nuestro itinerario empataba en tiempo decidí aceptar su invitación para rodar con ellos. Así fue como comenzó una gran amistad con los itialianos y desde ese momento me adoptaron como parte de su grupo por 12 días.
Alguna vez leí una frase que recuerdo perfectamente: “Si nadie te quiere acompañar ve solo, ya encontrarás personas en el camino.” Así me sucedió en el Camino de Santiago, llegue sola y en el viaje conocí personas geniales y grandes amigos. Después comprendí que el destino tenia preparados otros planes para mí y por ello no pude subir al tren y empecé a rodar medio día más tarde. Si eso no hubiera sucedido la historia sería otra. Sin embargo mi experiencia en el Camino fue magnífica porque nunca me imaginé que encontraría un grupo con quienes podría hacer el viaje que a pesar de no conocerme me hicieron parte de su grupo, ya no eran seis, éramos siete.
Cada día era una historia distinta, un comenzar de nuevo, paisajes, rostros, olores, colores, sabores pueblos, y ciudades eran diferentes. Los primeros días pasamos a través de viñedos. La segunda jornada fue de unos 80 kilómetros, pasamos por Pamplona y subimos al Alto del Perdón un lugar muy peculiar del camino. Ese día llegamos a un pueblo llamado Lorca era muy pequeño y un poco frío. El día no fue nada fácil no solo por la lluvia matutina además me sentía débil porque algo que cené la noche anterior me cayó mal.
Los siguientes días después Lorca continuamos disfrutando de paisajes geniales continuábamos subiendo y bajando montañas tanto por terracería o carretera, nos tocó la suerte de pasar por un lugar donde había atravesado una etapa de la Vuelta a España unos días antes, lo supe porque en la carretera estaban los nombres de los ciclistas Contador, Quintana, Nibalí, entre otros. Eso fue después de pasar por la fuente del vino de las bodegas Irache, donde conocí a un grupo de tres chicas Portuguesas que también estaban haciendo el recorrido en bici.
El día más largo del viaje fue de 123 km de Villa Franca a Carreón de los Condes. El camino se alargó debido a que el pueblo anterior a Carreón, Osorno 20 km antes donde pensábamos quedarnos esa noche no tenía agua. Por lo cual decidimos continuar hasta Carreón. Esta etapa se hizo un poco pesada porque era una recta interminable, además de que muchos kilómetros tuvimos el viendo en contra y fue el día más caluroso de todo el viaje.
La importancia de la mente en un viaje largo en bici es fundamental cuando el cansancio físico llega la única manera para continuar y lograr terminar tu objetivo es trabajar en tu fuerza interna. Por más duro que sea el camino siempre hay posibilidad de seguir, de ir paso a paso hasta el final.
Rodar el camino para mí tuvo un significado especial, no solo en el ámbito deportivo sino también en el espiritual ya que hace un año y medio entre a cirugía a causa de un tumor, todo fue muy rápido y no hubo oportunidad de nada. La recuperación fue muy lenta, tarde alrededor de tres meses para volver hacer algún tipo de esfuerzo físico y más de un año para volver para sentirme normal, por supuesto mi metabolismo cambio mucho a raíz de esa situación. Quizá ese fue el empujón que necesitaba para decidirme hacer el viaje este año y dejar de postergar los proyectos. Sin duda fue un magnífico reencuentro conmigo misma y la bicicleta después de ese momento amargo.
Así kilómetro tras kilómetro fui cumpliendo mi objetivo después de partir de Sain Jean Pied de Port conocí Estella, Logroño, Pamplona Burgos y su impresionante catedral, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la mitad del camino en Sahagún. También conocí otra fabulosa catedral de una maravillosa arquitectura gótica en León, subir a la Cruz de Ferro cargando una pequeña piedra para pedir un deseo y dejarla ahí como dicta la tradición. Astorga y sus alrededores con un castillo.
En un día lluvioso y muy emotivo por concluir el primer objetivo, llegue a Santiago de Compostela. En la plaza de Santiago no pude contener las lágrimas de emoción por haber podido realizado el camino en bici después de tanto tiempo sin hacer algo así.
El cansancio ya se nota en las piernas fue el día más pesado para iniciar a rodar, los últimos kilómetros para llegar al fin de la tierra estuvieron más tranquilos después de muchos kilómetros de columpios por la carretera hasta Finisterra. Llegar hasta el faro del fin de la tierra fue sensacional, nunca me imaginé poder ir en mi bici hasta ese sitio.
El viaje por España en bici fue una aventura que supero todas mis expectativas, fue divertido, cansado, emocionante y sorprendente. Siempre poder recorrer un país en bici es maravilloso y el camino tiene una magia inexplicable que te inyecta día a día para poder continuar a pesar del cansancio y lograr llegar al final. Desde que estaba planeando el viaje pensé en terminar en Finisterra pero no estaba segura de poder lograrlo porque no sabría cómo reaccionaría mi cuerpo después de varias jornadas consecutivas tan intensas, afortunadamente tuve la posibilidad de llegar hasta el mar en bici.